Dice Miquel Barceló que se ha mantenido al margen de la polémica sobre el empleo de los Fondos de Ayuda al Desarrollo para financiar el descomunal y pretencioso proyecto de la decoración de la sala de los Derechos Humanos, en la sede de la ONU de Ginebra.
Yo no entiendo cómo un artista puede mantenerse al margen del mundo en el que vive, sobre todo cuando sucede algo que tiene que ver con el propio artista, y cuando esto que sucede afecta además a otros colectivos.
No entiendo cómo puede decir que no es asunto suyo la forma en que se financia su obra, que no le ha dado muchas vueltas al tema, como si lo único que le importase fuera hacerse con ese dinero para llevar a cabo su personal subida a los altares.
No entiendo que el Arte sea únicamente una forma de vanagloriarse, y no una forma de reflexionar sobre la realidad que nos rodea. Pero lo paradójico de todo esto es que, aunque la propia obra no haya conseguido por sí misma provocar esa llamada de atención en las conciencias, al final, el resultado ha sido el mismo que Goya buscó en Los fusilamientos del 3 de mayo.
Excuse me, Mr., pero yo no entiendo que uno pueda mirarse tanto al ombligo sin llegar a cansarse.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario