Sobre un capítulo de Jules et Jim

Sería buen momento para realizar una profunda crítica sobre esta película, que ví no hace mucho, de François Truffaut, y comenzar a divagar sobre la estética de la Nouvelle Vague, el discurso que se plantea, de forma algo esquizofrénica, sobre las posibilidades del ménage à trois, o el travestismo de Jeanne Moureau.
Sin embargo, no fue todo esto lo que más me llamó la atención. Lo hizo un pequeño detalle que aparece en la secuencia en la que Jules y Jim se encuentran luchando en sus respectivas trincheras (austríaca y francesa), durante la Primera Guerra Mundial. Sin llegar a saber si se trata de un hecho verídico, me atrajo poderosamente la idea de la existencia, en pleno campo de batalla, de pantallas de cine y escenarios de teatro que tendrían la misión de entretener a los soldados que permanecieron durante cuatro largos años al pie del cañón; idea que me recordó, por otro lado, a las célebres actuaciones de Marilyn y Marta, cada una a su estilo y cada una refugiada en su propia bandera.
Porque no deja de ser reconfortante y dulce imaginarse a esos mismos hombres que momentos antes portaban sus fusiles a la espera de poder dispararlos contra el adversario, hombres que habían visto caer a sus compañeros, hombres despojados de toda vida, que recibían cartas de amor cuya lectura se ahogaba en lágrimas por no poder abandonar aquellos lugares de desolación y destrucción, allí postrados ante esas pantallas y escenarios, alejados de cualquier vínculo con la realidad, compartiendo risas, complicidad, aplausos. Como una especie de tabla de salvación a la que aferrarse, como una ventana abierta al mundo que, ahí fuera, permanecía ajeno a los horrores de la guerra... Hombres que experimentarían, me lo puedo imaginar, una especie de catarsis emocional, purificados y preparados ya para volver a enfrentarse a la muerte, al odio y a la miseria humana.
Espero poder indagar sobre la existencia real de estos pequeños oasis de distracción. Mientras tanto, seguiré pensando que sí, que podemos ser, al mismo tiempo, monstruos y niños.

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